Hubo
5190 lesiones mortales en el lugar de trabajo registradas en los Estados Unidos
en 2016, un siete por ciento más que
los 4836 trabajadores muertos en el trabajo en 2015, según las cifras
publicadas el martes por la Oficina de Estadísticas Laborales de los EUA. Los
datos de 2016 (los más recientes disponibles por el gobierno de los EUA)
significan que las muertes anuales en el lugar de trabajo han aumentado tres
años consecutivos desde 2013. El año pasado también fue el primer año desde
2008 en el que el Censo de fatalidades registró más de 5000 muertes.
El
aumento del número de muertes en los últimos años del gobierno de Obama
coincidió con el estancamiento de los salarios, la proliferación de empleos
temporales y de baja remuneración, y el cambio de los costes de la atención
médica y las pensiones a las espaldas de la clase trabajadora.
En
2016, las lesiones que involucraron incidentes de transporte siguieron siendo
el evento fatal más común, representando el 40 por ciento (2.083) de las muertes. Las muertes causadas por la exposición a
sustancias o ambientes nocivos, incluida la electrocución, aumentaron un 22 por ciento en 2016.
Como
reflejo de la tendencia de los trabajadores que trabajan por años más largos
debido a la falta de seguridad en la jubilación, los trabajadores de 55 años y
más tuvieron 1848 lesiones mortales, el número más alto para esta cohorte desde
que la CFOI comenzó a reportar datos nacionales en 1992. En 1992, los
trabajadores de 55 años y más representaban el 20% de las muertes; en 2016,
representaron el 36 por ciento. Estos trabajadores también tienen una tasa de
mortalidad más alta que otros grupos de edad.
Un
ejemplo de esto es Ivan Bridgewater, electricista de 41 años y padre de un niño
de dos años, que murió en la planta de camionetas Kentucky de Ford en
Louisville.
Los
medios de comunicación y los políticos de los partidos demócrata y republicano
sienten que cualquier conocimiento más amplio de esta carnicería industrial
incitará aún más a los trabajadores que ya están enfadados por el masivo
otorgamiento de impuestos de Trump a los ricos y los históricamente sin
precedentes niveles de desigualdad social en Estados Unidos y los planes de la
clase dominante para destripar lo que queda de las regulaciones de seguridad y
salud para impulsar aún más las ganancias corporativas.
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